
Vicky era el otro yo de Victoria.
Ambas, compartían sus sueños y querían hacerlos realidad juntas.
Pero todo cambia cuando Victoria crece.
Sabía que tenía que dejar sus tonterías de niña a un lado, porque era tiempo de madurar.
Ella creía que madurar implicaba hacer lo que sus padres siempre le habían dicho: no soñar tanto.
Vicky estaba triste porque Victoria se estaba olvidando de ella, y la encierra en su clóset; dejaba a esa pequeña niña que había crecido con ella, para convertirse en una buena persona y comportarse como una princesa, tal y como decía en el reglamento de princesas.
Y es así como Victoria crece, encontrando un día a su príncipe...